Cartas apócrifas

por Néstor Rubén Calós

Estimado joven héroe de Malvinas:
Estoy muy contento de que pueda comunicarse conmigo desde el Campo de los Héroes de Malvinas, posiblemente pueda hacerlo con otros, pero esta soledad de ultratumba me hizo egoísta, por lo que le ruego no deje pasar tanto tiempo en responderme. Le cuento que por aquí ha llovido mucho y la humedad ha traído esos molestos bichitos que se meten por todos lados, la vista no me da para verlos, pero los siento; felizmente me ha brotado una caléndula justo encima del frontal, es pequeña pero tiene unas raíces estupendas. Si prospera le mando semillas. Atentamente, Aristóbulo Velásquez. V.Médico. Sector F lote 321

Hola doctor:
No se me queje del retraso. Lo que pasa es que me armaron mal, ojalá estuviera usted por aquí. Tengo medio brazo ajeno y la cabeza no es la mía, por lo que escribo medio atravesado. No soy de extrañar don, pero con la mía sobre los hombros sería otra cosa. Al brazo no lo conozco, tiene la mano fina y unas uñas limpitas que le siguen creciendo, vaya a saber a que hoyo fue a parar el mío, la cabeza es del mencho Juárez, vecino del pago, buena persona de hombre pero medio abombao el pobre, nunca habla, alguna zoncera al pasar, pero nada más. Varios se quejan de lo mismo. En cambio a mí me da por hablar hasta por los codos. Le diré que aquí también está por demás de frío, arriba sopla un viento que nunca acaba y la tierra es permeable, el hielo se filtra suelto nomás, suerte que me dejaron la pilcha que es bastante abrigada. Jodido está el mencho que lo metieron sin casco y el brazo ajeno que llegó desnudo. Oiga don, el mencho me manda preguntarle si no conoce Corrientes, de donde somos nosotros.

Al heroico soldado desconocido:
Nuestra Asociación “Memoria con Destino de Futuro” le quiere hacer llegar su más entrañable saludo recordatorio en este nuevo aniversario de la Histórica Gesta de Nuestro Atlántico Sur. Enviamos en bulto aparte cinco bufandas tejidas que se nos quedaron traspapeladas del último envío, considerando que recibiéndolas ustedes no pueden estar en mejores gargantas. También le enviamos dos docenas de biromes y un compact de Violeta Rivas. Agradeceríamos nos acusen recibo para tranquilidad de la Sra. Tesorera.
Siempre en nuestros recuerdos y nuestros corazones:
Pamela Soldati Vda. de Cabrera, Presidenta. Teodolina Gauna Vda. De Cardoso Vice y Secretaria.
PD. Esta mañana hemos arrojado al Río de la Plata algunos claveles que adornaban las mesas de la cena que realizó nuestra Asociación, en honor a la fecha que los recuerda.

Hola doctor:
Le comuniqué a los muchachos lo de las semillas de caléndula y están todos esperando. Le cuento don, que este lugar es tan aburrido como una cancha de fobal donde nadie juega, cruces blancas para todos, todas en fila, como vivero de álamos y en algunos casos nada. Árbol no crece, flores no plantan. No viene nadie y es todo a puro silencio nomás, salvo ayer que se escuchó como una mujer gritando “que suerte, que suerte que esta noche voy a verte”, y aparecieron cinco cruces atadas con unas tiras anchas de colores. El mencho se queja de que le crece por demás el pelo y me manda preguntarle si usted, como doctor, no puede recomendarle algo y yo de paso le pregunto también cómo puedo aliviarme de una uña encarnada que me tiene loco.
PD: ¿Tiene vecinos con quién conversar? Cuénteme de alguno

Mi estimado joven correntino:
Quiero aclarar, antes que nada, que no soy doctor. Lo de V. Médico que usted leyó, quiere decir Visitador Médico, que fue mi oficio hasta el día del infarto traicionero, no obstante podría recomendarle algún específico apropiado para esa uña, aunque estimo conveniente dejar que, al ir empujando, la carne que la rodea se caiga sola. Para lo del mencho no hay nada que yo sepa, salvo que tenga caspa. A dos lotes de distancia tengo un vecino que desea saludarlo, es político y lo trajeron acá a poco de volver al país; estuvo en Europa mucho tiempo por estar perseguido y, dicho sea como de paso, le fue muy bien afuera, antes de llegar aquí lo habían nombrado secretario de alguien importante en la gobernación.
Aristóbulo Velásquez V. Médico
PD: ¿Fue tiro, granada o machete?

Febo asoma soldado de mi patria y todo eso:
No te conozco pero te admiro; en el colegio la maestra nos habló mucho de ustedes y una vez hice una composición sobre la guerra y me gané un vale por un combo en Mac Donald y una bandera de plástico “Made in Taiwán” (pero de las medianas). Ahí donde estás, ¿hace mucho frío? Me dijeron que sí, ¡pobre! También hice un dibujo pero me dijeron que se parecía a San Martín, por el uniforme azul y la espada, y que los soldados como vos tenían la edad y se parecían a Gustavo, mi hermano que tiene 18, ¿conocés a mi hermano?, él es estúpido y no se parece para nada a San Martín. Yo vine aquí por estar jugando con la electrosierra de mi papá, que estaba enchufada. ¿Te gustan los hot dogs? Ayer estuvo mi mamá, era mi cumple, me trajo a Jojó, el oso rasposo y una muñeca nueva. Mi papá no vive más con nosotros. Después de lo que te conté, se fue a Jujuy. ¿A vos qué te pasó? El lugar que estoy es bonito, tiene jardines y muchas plantas, al lado pusieron a un hombre como de ciento veinte quilos y bigotes que me mira todo el tiempo. Ah, me llamo Carolina ¿a que no sabés cómo me dicen?

Cunumí Carolina
Muy linda tu cartita. No se qué son los hotdogs, por aquí no hay, por demás de seguro. Ojalá me pareciera a San Martín, pero no. Fijate que nací cerca, en Curuzú, a 25 leguas de donde él nació, y, me gusta andar a caballo como a él, pero no sé nada de ser soldado, hice tres meses de ejército y fue todo, lo que a mi me gustaba era cazar, pescar y trabajar con mi padre en el campo, de sol a pique y sombrero aludo. Aquí fue tanto el frío y el cansancio que pasamos, que cuando podía me acurrucaba en el pozo y soñaba soles, soles grandes, campos calientes llenos de animales cruzando y escuchaba clarito los gritos y los tiros de los cazadores: ¡aquél se escapa! ¡dale plomo, negro, dale que se nos vienen! ¡ese es pa´mí, dejemenlo! Y en medio del sueño lindo fue ese golpe tremendo que me sacudió todo y me mandó para acá.
Vaya pregunta que me hacés, ¿cómo te han de decir sino Caro?
Qué lindo que tengas jardines y plantas, aquí no hay y las extraño. Me gustaría que me abrazasen algunas raíces, pero nada más tengo el pelo del mencho ¿Te conté lo de la cabeza ajena? Otro día te cuento, ahora me parece que vienen visitas.

Heroico soldado de mi patria:
Honrado de poder comunicarme con usted, lamentando desde ya las circunstancias. Admiro profundamente la gesta de nuestros jóvenes soldados aunque repudio la falaz actitud de los mandos, y adhiero a la encíclica “Pacem in Terris”. Quiero comunicarle que, en mi corta gestión posterior a la tiranía, fui autor de dos proyectos presentados en la Cámara de Diputados de La Nación. El primero otorgaba a cada soldado o sub oficial con acción en nuestras Malvinas, un Diploma recordatorio “Honoris Causa” y dos medallas de oro (posteriormente se variaron a doradas) que otorgarían ambas Cámaras Legislativas; el segundo, organizar una Comisión de veinticinco miembros que viajara a Londres y Malvinas, para realizar los homenajes pautados previamente. Hice aprobar el presupuesto respectivo y se depositaron los fondos pero, lamentablemente mi amigo, no se llevaron a cabo por las trabas burocráticas que endosó la oposición. Mi agradecimiento personal y el recuerdo de todos los argentinos vivirá por siempre en nuestros corazones. Suyo, Carlos María Menéndez (perdone el homónimo) Secretario de la Comisión Administrativa de Recursos Viables.

Querido soldadito:
No seas estúpido, no me dicen Caro ni Cunumí, me dicen “pobre angelito” ¿te imaginás?. Cómo me gustaría verte con el sombrero aludo en los campos calientes galopando como San Martín, el padre caliente de la patria.
Hablando de padre, vino el mío a visitarme al otro día del cumple, me trajo otra muñeca que después se llevaron unas viejas ladronas que también se llevaron el florero de bronce. Hace mucho que no te escribo pero pasó que trajeron a Gustavo, mi hermano, casi tan roto como yo, lo que me dio mucha alegría. Parece que iba a muy ligero y rechoncho de cerveza con vodka. Espero llevarme con él mejor aquí que en casa, si no, esto se va a poner espantoso. Mi mamá vino dos veces más, lloró mucho y después no volvió nunca. Mejor. Dale, si me contás lo de la cabeza te mando unas plantitas, me da como curiosidad por saber por qué tenés una cabeza ajena. Aquí hay mucha humedad y el cajón se está rompiendo, mi hermano, como siempre, apesta y encima, me llena de bichos.

Señor don Secretario Carlos María:
Dígale a su vecino, el V. Médico que no llegaron las semillas de caléndula y sobre si fue tiro o machete no lo pude saber y el mencho, que podría contar algo, estaba en otro pozo; dicen tantas cosas que uno no sabe a quién creer, ni entre nosotros nos ponemos de acuerdo.
No sé para qué le hubiera servido a mi familia las medallas doradas y el diploma. Desde que estoy aquí, el campo no se trabaja y mis padres la están pasando mal. Nadie ayuda y nos olvidaron del todo. El pueblo entero se vino abajo don. Con tanto Himno y tanta banderita no alcanza. Aunque no sé lo que es, sería bueno que mandaran para allá un poco de “Pacem in Terris o de “Honoris Causa”, capaz que les viene bien, no se olviden de agregar algo de semillas y algunos discos del Tránsito o del Tarragó para alegrarles la vida. Yo me hago que estoy allá, en mi pago, de sombrero aludo y bombachas de lona, dándole piola al arroyo o munición a los patos bajo aquel sol grande, grande, sobre los campos calientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario